La semana pasada leí dos textos que, por contradictorios que parezcan, son igualmente ciertos. El primero es un pequeño “tweet” de seis palabras, escrito por Romina Oliverio, una argentina-canadiense que pronto se encontrará en Perú y luego en los Países Bajos. Ella escribió:

Echo raíces en las personas, no en lugares.

Obviamente, este es es el tipo de declaración concisa que encuentro bastante razonable porque está en armonía con mi actual modo de vida. Yo podría estar en cualquier parte del mundo y mientras exista una conexión al internet, un diario, un café, y un gimnasio, tendré más o menos la misma rutina diaria. Al igual que Romina, mi estabilidad, mi sentido pertenencia, proviene de los amigos con quien hablo a lo largo del día. El viernes tuve una larga conversación telefónica con un amigo radicado en la ciudad de Nueva York. El sábado por la mañana hablé con varios amigos de Serbia. Ayer fué con Francia.

No importa si estoy en Buenos Aires, Sumatra, o India – en fin, la semana habría sido relativamente la misma. Café, leer, escribir, caminar, hablar.

Pero luego leí otro texto de un poco más de seis palabras, que también me pareció cierto y convincente. El texto, titulado “Coming Home Online” o “Volviendo a Casa, en Línea”, fue escrito por Steven Clift a quien conocí por primera vez en Toronto el año pasado y que volveré a ver de nuevo en Las Vegas, dentro de una semana, más o menos.

Steven señala que cuando preguntas a la mayoría de la gente, que es lo bueno de Internet?, casi todos – incluyéndome- responden que les permite conectarse con personas del otro lado del mundo que comparten los mismos gustos y la misma filosofia. Claro que lo permite. Hace cinco años quien hubiera pensado que, gracias al mundo de los blogs y los podcasts, pudiera encontrar a una de mis mejores amigas en otra generación, nacionalidad, etnia y sexo? Steven sostiene, sin embargo, que buscamos conectarnos también con aquellos que son distintos a nosotros, aún estando cerca y perteneciendo a nuestra misma región. Internet, al parecer, también sirve para eso.

Me doy cuenta de que, aunque quiero estar de acuerdo con la filosofia de “es la gente y no los lugares” de Romina, en mi caso, no es totalmente cierto. Los lugares también me pesan. La manera en que el sol brilla en mi banquillo favorito del parque. La mejor mesa de mi café favorito. Los olores del barrio. Los caminos en los que acostumbro caminar y correr. Mis edificios, casas y jardines favoritos. Los pequeños placeres que requieren meses para descubrir y que significa tan poco a los que sólo están visitando.

Crear un sentido de comunidad es, y siempre ha sido, importante para mí. Inclusive cuando era un adolescente, cuando la familiaridad suele ser sinónimo de asfixia, todavía me importaba mucho ese sentido de conocer y ser conocido.

Estoy pensando en un post reciente de Cindylu [en], una amiga de Los Angeles. Ella ha vivido en el mismo edificio durante más de siete años, pero sólo sabe los nombres de dos de sus vecinos. Lo más asombroso es que, para los estadounidenses, esto no es sorprendente para nada. Pocos estadounidenses conocen los nombres de sus vecinos


Glocalización, según un artículo mal formado de Wikipedia (aún no existe en castellano), se refiere a la capacidad de una persona, producto, o pieza de información a escalar de lo local a lo global y de regreso a las comunidades locales. Se puede pensar de glocalización como un proceso de doble vía. La globalización significa que un producto local (sushi, zapatillas de tenis, una novela) alcanza a un mercado global. Por su parte, la localización es el proceso de adaptar un producto global para que sea atractivo y adecuado para a una comunidad local. Con respeto al sushi, lo ves con el desarrollo de los rollos de California y Filadelfia en los Estados Unidos y salsa de soya con sabor jalapeño en Mexico. Para una novela de Isabel Allende como La casa de los espíritus, lo ves en la variedad de tapas que existe en los países donde está publicado. La globalización de un producto significa que sea fácilmente adaptable. Localización es cuando realmente se adapta a un lugar específico.

El término vino del mundo empresarial – de hecho, el mundo empresarial japonés, donde los jefes querían hacer todo posible para que el proceso de comercialización y distribución de sus productos en varios mercados alrededor del mundo sean más eficiente. Pronto, sin embargo, los sociólogos como Roland Robertson y Barry Wellman se dieron cuenta de que el término se aplica también a las personas. Igual que los productos, humanos también tenemos una capacidad de adaptación – y cuando nos trasladamos a las nuevas comunidades con nuevas culturas, esa capacidad se pone en acción. Desde entonces, Glocal y glocalización han entrado al vocabulario general y inspirado los nombres de instituciones como el Foro Glocal y la Iniciativa Glocal.

Encontré el término glocalización por la primera vez en 2005 gracias a un texto de Danah Boyd. Este extracto me parecía muy razonable:

La relación compleja entre lo personal, lo local, y lo global deben ser modeladas en redes glocalizadas para que el web2.0 funcione. Tenemos que romper el modelo de una aldea global, y el enfoque de una “verdad” universal para el acceso a la información. Hay que situar el acceso a la información en la cultura glocalizada. … Acceso glocalizado a la información no significa “separado pero igual”, sino que información global debe ser organizada en un contexto local donde se deriva su significado. Recomendaciones emergen como una forma de organizar información en una escala local, compuesto de recomendaciones personales junto con las redes locales y sistemas de reputación.


Mis últimos tres años en Global Voices se ha tratado de globalizar la información y yo mismo. He leído y traducido miles de textos locales y los adaptaba para un público internacional. (“Adaptar”, en este caso, significa traducir al inglés, añadir contexto, etc.) Igual, yo me hice más globalizado como una persona, más fácilmente adaptable a nuevos lugares, culturas, cocinas, y idiomas. Ahora podría aterrizar en casi cualquier aeropuerto internacional en el mundo y sentirme casi el mismo nivel de confianza y cómodo con el nuevo ambiente.

Pero me ha faltado el proceso de localizar. Aún no he encontrado un sentido de comunidad local, descubierto las raíces de esa comunidad, dándoles la posibilidad de enredarme.

Bienvenido a la nueva etapa de mi vida y de este blog. A partir de hoy, este blog será escrito en su mayor parte en español. Seguiré escribiendo en inglés en Rising Voices, Idea Lab, y G5, y de vez en cuando re-publicaré los textos aquí, pero a partir de ahora este blog llevará mi experiencia mundial a la perspectiva de una comunidad local.

Buenos Aires será la ciudad donde voy a formar parte de una comunidad. Soy lejos del único extranjero de hacerlo, pero espero adaptarme a Buenos Aires, su gente, y su historia en una manera distinta de como hacen la mayoría de los extranjeros que viven acá. Espero escuchar primero y hablar segundo.

Durante los próximos meses voy a escribir más sobre a que me dedico, acerca del barrio de Buenos Aires donde pretendo mudarme, y sobre los otros blogs que leo.

Obviamente, español no es mi primera lengua y sé que voy a cometer muchos errores. Igual estoy seguro que, durante mi investigación de Buenos Aires y sus numerosos vecindarios, me equivocaré varias veces con respeto a mis observaciones y entendimiento de la historia. Por favor, siéntase libre para corregirme – me estarían ayudando mucho.